Seguro que recuerdas algunas clases, ya sea del colegio, instituto o universidad, algo densas, en las que te costaba seguir el hilo y terminabas dándote por vencido y desconectando por completo de las explicaciones. Muchas veces, la manera de explicar y transmitir conceptos e ideas no está adaptada a la comprensión o a la estimulación de nuestra mente y nuestros sentidos. Algo que se ha comprobado tiene una relación directa con nuestra predisposición y nuestro interés a la hora de aprender cosas nuevas.
El visual thinking, o en su traducción al español pensamiento visual, no es más que eso, usar elementos visuales para explicar conceptos (más o menos complejos). ¿Quieres saber más acerca de esta metodología? ¿Te hace falta algo de inspiración para estudiar? En este post te contamos cómo aplicarlo así como algunos ejemplos de este método de aprendizaje. ¿Listo? ¡Empezamos!
¿Qué es el pensamiento visual?
El visual thinking es una metodología que utiliza elementos gráficos, como pequeños dibujos, iconos, diagramas o imágenes conectados con palabras o frases para explicar nociones o temas.
Está científicamente comprobado que nuestro cerebro procesa de manera más sencilla la información con la ayuda de imágenes. Se vuelve más comprensible y digerible para la mente, sobre todo cuando son conceptos complicados o con los que no estamos familiarizados.
Los elementos visuales ayudan a nuestro cerebro a enlazar nociones, estimulan nuestro pensamiento, activan nuestra creatividad y potencian la memoria. Demasiadas ventajas como para no aprovecharlo en procesos de aprendizaje, tanto para aprender un nuevo idioma, explicar un acontecimiento histórico o un concepto económico, entre otros muchos ejemplos. Sabemos que nada mejor para comprender una metodología que con un caso concreto, por lo que más adelante veremos la aplicación del visual thinking a algunos ejemplos.
Las ventajas del visual thinking
¿Por qué el visual thinking es una metodología perfecta en las aulas y fuera de ellas? Es la mejor cura para las explicaciones monótonas y para hacer amenos e incluso divertidos conceptos que en principio no lo parecen.
Además, el visual thinking es ideal para poner a trabajar a nuestra mente. Al igual que ejercitamos y cuidamos nuestro cuerpo, el cerebro también necesita estímulos y retos para mejorar. La parte creativa de nuestra mente es la encargada de procesar los conocimientos que nos llegan e interpretarlos para que nos sean comprensibles. Con el visual thinking, esa tarea se simplifica y la información nos llega más automáticamente.
Nos ayuda a sintetizar, a recoger las ideas realmente importantes que debemos retener y a desechar todo aquello que no aporta necesariamente valor. Vivimos continuamente expuestos a informaciones de cualquier tipo y ámbito, por lo que es muy interesante que nuestra mente se habitúe a quedarse solo con lo relevante y centrarse en ello.
Es más, estamos seguros que es el futuro del aprendizaje y que cada vez se potenciará más en las aulas.
Cómo hacer visual thinking
Podríamos decir que la máxima del visual thinking es la sintetización, requiere identificar y elegir los datos e informaciones más relevantes, masticarlo y sintetizarlo bien para dar con la mejor manera de transmitir lo que buscamos.
Cuando tengamos lo importante bien resumido (de manera entendible), es hora de pasar a estructurar la información para luego ponerla sobre papel (o sobre pantalla). Una de las máximas del visual thinking es el enlace de todas las ideas, ir ligándolas para conseguir un hilo conductor ameno y digerible.
No hay espacio para párrafos extensos ni vocablos rebuscados, es mucho más productivo ser directo y no enredarse demasiado, recuerda que el objetivo es justamente hacer asequibles conceptos complejos.
No te preocupes, no es necesario saber dibujar ni conocer técnicas de creatividad en diseño para utilizar correctamente el visual thinking. A veces solo hacen falta algunas flechas y figuras geométricas, o incluso fotografías, para materializar nuestras ideas.
Visual thinking: ejemplos
El ejemplo de visual thinking más antiguo y que seguro has utilizado más de una vez es la línea del tiempo. ¿Quién no ha hecho alguna vez un trabajo de línea del tiempo para una clase de historia? En efecto, aplicar el visual thinking a la historia es una técnica genial para explicar episodios históricos a través de acontecimientos sucedidos en el tiempo, o para agrupar períodos y corrientes artísticas, musicales o arquitectónicas. Es el caso de esta línea de tiempo sobre historia del arte, que recopila corrientes, pintores y movimientos artísticos del siglo XIX y XX:
Los infográficos, más recientes, son otro perfecto ejemplo de visual thinking y una de las técnicas de diseño gráfico más usadas. De hecho, la definición de infografía es muy parecida a la de visual thinking, significa literalmente “la representación visual de datos”.
Los esquemas o mapas conceptuales son otros ejemplos de visual thinking. ¿Quién no ha utilizado alguna vez un esquema para estudiar? Las flechas, los post its, los colores y otros elementos que se diferencian del texto nos ayudan a digerir mejor datos que se nos atragantan.
¿Te has quedado con ganas de más? Si tu vena creativa late fuerte y crees que el diseño es lo tuyo, te recomendamos que le eches un ojo al máster de diseño gráfico y creatividad de Mastermedia, ¡seguro que puedes llevar el visual thinking al nivel experto!